Juntas interventoras, un modelo que no todos los exinterventores defienden 

Serie: Intervencionitis (3/4)


A lo largo de los últimos cuatro gobiernos,los hondureños hemos visto cómo un nuevo modelo de gestionar las constantes crisis se ha enraizado en las instituciones, promovido desde la misma presidencia de la República, bajo el argumento de arreglar el desorden y recuperar el control. Lo conocemos como juntas o comisiones interventoras.   

Revistazo.com platicó con varios ex interventores que aceptaron el reto de tomar el mando de una institución en crisis con serios problemas de gobernabilidad a causa de la corrupción, malas decisiones, despilfarro financiero e incluso captura por grupos empresariales y mafias de crimen organizado.  

Los entrevistados:  

  • Juan Ferrera:  

- Empresario 
- Interventor de INPREMA en 2011 


  • Alberto Solórzano:  

    Der a izq - Alberto Solórzano, Vilma Cecilia Morales y Omar Rivera (Comision de depuración de la Policía Nacional).

- Pastor evangélico  
- Comisión de Depuración de la Policía Nacional desde 2016 


  • German Leitzelar:  

  • Der a izq - German Leitzelar y Vilma Cecilia Morales (Miembros de la Junta interventora IHSS).

- Abogado 
- Interventor del IHSS desde 2014  
- Asesor Comisión de Depuración de la Policía Nacional desde 2016 

 

Cómo debe ser un interventor  

Para ser un interventor se necesita tener mucho talento en la generación de consensos, gestión administrativa y determinación para tomar decisiones que no van a gustar, dice Juan Ferrera, quien participó en la interventora del Instituto de Previsión del Magisterio (INPREMA) a partir de marzo del 2011, luego de denuncias de un descalabro financiero que dejó a la institución con un déficit de 79 mil millones de Lempiras. 

Para Ferrera, estas cualidades son importantes, pero más que eso, “los interventores deben tener total independencia de cualquier cosa que pueda tener influencia desde el poder”, agrega. 

El también ex miembro del Foro Nacional de Convergencia (FONAC) y excoorinador del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), asegura que el fracaso de muchos procesos de intervención se debe a que el mismo sistema político fabrica las leyes a su favor para asegurar que trabajen a su beneficio; siendo esto una de las razones por las cuales Juan Ferrera abandonó cualquier esfuerzo para generar cambios, dejando entrever que no es un sentimiento de rendición, sino aceptar que los cambios deben venir de los que tiran de los hilos del poder en el país. 

Ha habido 121 personas nombradas a juntas interventoras   

Revistazo.com registró desde el 2007 hasta la fecha, un total de 32 juntas o comisiones interventoras, con una participación de 30 mujeres y 91 hombres, sumando un total de 121 interventores 

A la revisar los sectores representados en las juntas interventoras, el 45% corresponde a funcionarios del gobierno de turno, le sigue organizaciones de sociedad civil con un 10%, la academia con 9% y los militares han participado en un 8%. El hecho que la gran mayoría de los interventores provienen del gobierno de turno, viene a confirmar el argumento de la falta de independencia que plantea Juan Ferrera.  

  • 54 funcionarios gubernamentales 
  • 12 miembros de sociedad civil 
  • 11 representantes de las academias 
  • 10 militares 
  • 10 nombramientos de partidos políticos  
  • 8 miembros de gremios 
  • 7 representantes de la empresa privada 
  • 4 cooperantes o de entes externos 
  • 3 policías y 
  • 2 de las iglesias 

El análisis de los sectores representados toma mayor interés al considerar que el 64% de esa lista representa a interventores que provienen del sector público. Algunos analistas consideran que la alta participación de empleados públicos no hace más que ser una “curita”, ya que siempre están bajo de un sistema que no deja que el statu quo cambie. Pues para muchos, el cambio implica tener que responder ante la ley, perder privilegios y reducir sus ganancias económicas.  

Interventores por gobiernos 

En cuanto a gobiernos, el análisis de Revistazo.com arroja que en el periodo del expresidente Manuel Zelaya Rosales hubo siete interventores, todos de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE). Por su parte, Porfirio Lobo Sosa tuvo en su gobierno al menos 50 hombres y mujeres nombrados interventoras. En lo que va de los gobiernos de Juan Orlando Hernández, desde el año 2014 a la fecha, son 70 los miembros de juntas y comisiones interventoras nombrados.  

Como se puede observar las interventoras van en incremento, convirtiéndolo en un indicador de incremento de corrupción y fragilidad institucional. Al final, son las personas que cometen actos de corrupción y a través del mal liderazgo, impiden que las instituciones cumplan sus funciones. Esto quiere decir que una clave para reducir las intervenciones está en la calidad y experiencia en gestión de los liderazgos que se nombran. En la actualidad, pesa más la lealtad política y contactos empresariales. 


Infografia


El sociólogo Eugenio Sosa advierte que la frecuencia de las interventoras en los últimos años, además de ser el fracaso del Estado en su capacidad de administrarse él solo, podría convertirse en un Estado paralelo al ya establecido. 

Obstáculos encontrados por los interventores 

Los interventores consultados aseveran que dentro de los obstáculos más repetidos que tienen las juntas están los señalamientos desde la opinión pública -influenciada por medios de comunicación y las redes sociales-, exigencias gremiales que impiden la toma de decisiones o incluso, presión empresarial.   

Uno de ellos es el pastor Alberto Solórzano, miembro de la Comisión de Depuración de la Policía Nacional, quien relata que, al principio, uno de los problemas que enfrentó la llamada “Depuradora” fue la negación de acceso a información de parte de altos mandos del cuerpo uniformado e incluso amenazas por decisiones adoptadas que perjudicaban a policías señalados de prácticas irregulares.  

El momento más duro que vivió dicha comisión se materializó cuando al secretario de la misma, el también pastor Jorge Machado, fue víctima de un atentado contra su vida que derivó en la salida del país de él y su familia. 

“Estas y otras cosas han pasado porque, en el caso de la Policía Nacional, mucha gente la instrumentalizó para beneficiarse en negocios que ellos tenían y de ahí también tuvimos bastante oposición y obstáculos para realizar el trabajo.” 

Para Solórzano, las comisiones y algunos interventores han sufrido la satanización de algunos sectores de la sociedad porque el análisis lo hacen desde el lente político.  

Asegura que las comisiones, en un gobierno ideal, no deberían existir, pero que las mismas son buenas cuando se constituyen desde esfuerzos ciudadanos que buscan que la situación reinante cambie para bien de la sociedad.  

Las deudas que dejan las interventoras 

German Leitzelar forma parte de la comisión de intervención del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), quizá la más mediática de todas por la corrupción sistémica que tuvo que enfrentar. 

El abogado asevera que la gran deuda de la interventora del IHSS hasta ahora es la nueva ley de seguridad social, que no se aprueba por falta de voluntad en el Congreso Nacional, arguye.  

“Y el problema de esto es que hay que entregarle a alguien oficialmente, y como no se aprueba la ley, no hay un sistema de gobernabilidad de la institución al que le podamos entregar la administración”, añade. 

La interventora del IHSS comenzó funciones en enero del año 2014 y seis años y medio después aun no culmina su tarea.  

Es por ello que Eugenio Sosa manifiesta que “si la mayoría de comisiones no logró terminar su trabajo o lograr su cometido, y más bien debilitan la institucionalidad, esto nos evidencia que la práctica de nombramiento debe parar.” 

En otros casos, las recomendaciones de carácter jurídico y de gestión se han entregado a los presidentes de los gobiernos, pero a lo largo de la última década, la falta de visión de los gobernantes ha minado el trabajo de las interventoras. Este es un punto en el que todos los entrevistados coinciden.  

Las comisiones de intervención deben, además de responder a las tareas específicas para las que se conforman, dejar un sistema de administración fuerte, ya que, si no, los episodios se volverán a repetir.  

El legado que nos deja tantas interventoras 

Uno de los grandes problemas es que las juntas interventoras se volvieron muy recurrentes, llegando al grado de normalizarse como la única solución. En algunos casos, hasta aparecen voces anticipando la intervención como sucedió recientemente con Invest-H.  

Parece ser que las intervenciones se activan cuando los niveles de corrupción e ineficiencia llegan a su tope. Las interventoras tratan de controlar la corrupción, llevan a cabo reestructuraciones, depuran algunas manzanas podridas, le cambian el nombre a la institución, hasta apagar el fuego. Pero quedan brazas calientes, mientras la sociedad y los medios de comunicación superan el escándalo, se vuelve a reactivar el incendio; se inicia un nuevo ciclo de corrupción, politización y captura institucional.     

La pregunta que queda por responder es, sí las intervenciones no resuelven, ¿qué alternativas hay? En nuestra última entrega de la serie #Intervencionitis, analistas nos darán algunas luces sobre lo que futuros gobiernos deben hacer para prevenir tener más intervenciones.